viernes, 23 de junio de 2017

La auténtica historia de la llegada de Carmen

El día se desarrollaba normal. Un lunes como cualquier otro de los últimos meses. Hasta que a la hora de comer, mientras disfrutábamos de un excelente faisán relleno y una Westvleteren triple (sin alcohol la de Rocío), ésta tuvo una contracción antes de lo debido. Consulté mi reloj-smartphone y con una orden de voz indiqué a mi aplicación que comenzara a tomar nota de la intensidad y frecuencia de las contracciones de la futura madre. Nos miramos, conscientes de que faltaban solamente un par de días para la fecha que nuestros especialistas en Oxford y en el MIT habían designado como la ideal para proceder a forzar el parto, toda vez que el bebé había decidido no presentarse como es debido en su justa y natural fecha.

La aplicación nos fue informando puntualmente del creciente ritmo de las contracciones uterinas,  y tras calcular los correspondientes ratios, nuestras sospechas se confirmaron. Cumplíamos con los requisitos exigidos para emprender camino al hospital. Con la calma propia de gente competente como nosotros, recogimos la mochila preparada con antelación para la eventualidad y nos pusimos en marcha.

Entramos en urgencias cuando serían aproximadamente las seis de la tarde, con un ritmo de contracciones que pareció no impresionar demasiado al intendente de la ventanilla, que nos sentó en la sala de espera. La espera no fue gran cosa para Rocío, que pasó a examen enseguida. Pero por lo visto, suspendió. Aprendimos que una cosa era cumplir el ratio de contracciones y otra muy distinta conseguir a la primera una habitación de puérperas. En ese momento Rocío se convirtió en lo que se conoce como una "paseante", pues así denominan los especialistas a las embarazadas que están cerca de dar a luz pero aun necesitan darle un poco más de trote al bebé para que se anime a asomar la molondra a este mundo de locos.

Así que nos mandaron a pasear.

Y dijo Rocío, que una leche íbamos a andar un par de horas por la calle, que con el frío que hace a finales de Octubre en Madrid, que encima con mi síndrome del Rufenhausern que me congela las manos, y que lo que de verdad estaría bien es una sopa calentita.

Así que volvimos a casa.

Hubo después un intento de cena, un intento de dormir, un intento de hacer como que no, pero en realidad era que sí. Las contracciones que parecen leves al principio se convierten en despreciables cuando llegan las contracciones leves. Y las contracciones catalogadas como medianas se convierten en leves cuando las medianas aparecen. Y las contracciones medianas te mandan derecho al hospital, oh si. Rocío, que no puede ser más buena, lo sobrellevó un rato mientras yo dormía. Pero llegado el punto de no retorno, me despertó con suaves pero firmes palabras que mi madre me ha prohibido aquí citar.

Así que de vuelta al hospital.

Mi reloj marcaba las tres cuando pidió mientras bajábamos en el ascensor un taxi Mercedes último modelo equipado con confortables asientos específicamente diseñados para embarazadas y directivos de la industria cárnica, que por supuesto nos estaba esperando en la puerta. El taxista, conocedor de los entresijos y las gallinejas del callejero madrileño, decidió que nunca es mal momento para visitar los majestuosos monumentos que adornan el centro de la capital, y nos dio una vuelta por la Puerta de Alcalá.  Paramos en la puerta de urgencias, despaché al taxista con un billete de doscientos, y entramos decididos a conseguir, esta vez si, una habitación que nos habíamos ganado con creces.

Las siguientes dos horas fueron terribles. Rocío fue admitida como parturienta, y le entregaron el batín hospitalario que reconocía su condición. Pero esto yo no lo supe hasta una hora después, cuando por fin me animé a asomar la jeta al pasillo por donde Rocío había desaparecido, solo para descubrir que allí estaba ella, con su batín y sus contracciones, pasándolo mal porque parece ser que cuando éstas son por fin fuertes, todo lo anterior pasa a considerarse prácticamente confort. No sé si pensaron que estaría durmiendo en la sala de espera o si simplemente se olvidaron de mi, pero no parecía que nadie tuviera en mente salir a decirme nada,- igual querían darme la sorpresa y traérmela ya bautizada-, no lo sé. El caso es que aún tuvimos que pasar un buen rato más allí, paseando y blasfemando con cada nueva contracción, hasta que por fin nos anunciaron que nuestra suite estaba lista.

Entramos en aquella habitación que había de ser sala de espera y también de parto, yo cansado mientras el reloj me cantaba las seis, Rocío gritando que le pusieran la epidural mientras trataba de arrancar la cabeza a alguien. Por suerte para todos, la inyección llegó, y aunque no es nada agradable en el momento de la administración, al poco ya se había convertido en la sustancia preferida de Rocío, por delante incluso de la Coca-Cola. Envié nota a los insomnes casi-abuelos que hacían como que dormían en sus casas y que, aun no me explico como, a los cinco minutos ya habían leído el mensaje, desayunado, y estaban de camino al hospital. Mientras, para nosotros, había llegado el momento de dilatar. Y no hay mejor manera de dilatar que mientras se disfruta de un rato en los brazos de morfeo, así que nos quedamos roque enseguida.

Una dicharachera enfermera nos despertó un par de horas después, nos hizo las preguntas de rigor, y cambió la cara cuando le contamos que no sabíamos el sexo del bebé. Nos informó de que eramos un caso insólito y corrió la voz entre el resto de enfermeras de que en el paritorio tres no se sabía el sexo del bebé. Hubo apuestas que incluían chupitos, y todos nos lo pasamos muy bien un rato. Mientras, Rocío se dedicó a dilatar, y lo hizo muy bien. Casi sin darnos cuenta, estábamos preparados para el gran momento. Salí a ver a los abuelos, que se habían hecho fuertes en los mejores bancos de la salita de espera de nuestra planta, les informé de que el bollo estaba casi fuera del horno, me enfundé de nuevo la bata y el ridículo gorrito que había de ser la indumentaria con la que recibiría a mi retoño, y me metí en el paritorio tres.

Como era de esperar, Rocío estuvo magistral. Dio una lección de como se tiene un bebé, en tres empujones bien dados, sin complicaciones, con seguridad. Me mantuve a su lado todo el rato, agarrando su mano, animándola a empujar cada vez un par de segundos más de los que pedía la matrona. Y ella los aguantaba. Y la matrona lo tuvo muy fácil. Y yo no podía creer lo bien que salió todo. Y apareció la cabeza, el cuerpo, un amasijo sanguinolento que no suele aparecer en pantalla, las piernecitas.... ¡y el cordón umbilical tapando la entrepierna! Misterio hasta el último segundo, válgame. Pero al final se vio, se vio claramente, era una niña, mi niña. Miré a Rocío, no sé si lo vio, o yo se lo dije, era una niña, y era preciosa, y era azulada. Lloraba. Se la llevaron a una mesa metálica, bajo una lámpara que le dio calor. Allí la limpiaron, me acerqué a mirar cuando ya estaba tornándose rosada. La envolvieron bien y se la llevaron a Rocío. O me la dieron y yo se la llevé. No me acuerdo. Supongo que en esos momentos el cerebro está en huelga, dejando que el corazón haga todo el trabajo. Eran las doce del martes veinte de octubre de dos mil quince.

Carmen dio enseguida muestras de ser una fuera de serie. Con los ojos abiertos desde el primer momento, dio caza en un santiamén al pezón que su madre le ofrecía. Desde ese momento y hasta el día de hoy, no ha dejado pasar ni una sola oportunidad de comer. La enfermera nos confirmó que la niña parecía tener una semana y no unos minutos de vida. Prácticamente me estaba diciendo "hola Padre" cuando me acordé de la sala de espera. Indiqué a mi reloj que les hiciera una foto en la que salieran guapas y que la mandara a los impacientes yayos. Olvidé mencionar el sexo del bebé, razón por la cual al salir a la sala recibí una mezcla de abrazos, enhorabuenas e improperios por tenerles en la oscuridad todo ese rato. Los pobres querían saber si tenían una Carmen o un Martín, -o quizá un Guillermo, ese supuesto nunca llegamos a decidirlo-.

Subimos a la habitación que nos asignaron, otra suite impresionante, donde nos esperaban grandes ramos de flores y botellas de champagne que había encargado el reloj. Al rato, subieron a Rocío y a Carmen. Su tío Pedro le hizo unas fotos a la recién nacida que, vistas con perspectiva, parecen sacadas de un catálogo de bebés modelos. Carmen era increíblemente bonita, y nosotros felices.

Aquel día, y los días posteriores, habían de ser de los más intensos y especiales de nuestra vida. Pero eso, es otro cuento.

domingo, 16 de marzo de 2014

El tío polémicas

Nunca nadie supo demasiado de él. Exceso de celo, o quizá faltaron preguntas. Pero consiguió que le quisiéramos, como al que más. Con un coco de los que hay pocos, y con una moral impoluta, no soporta al incompetente orgulloso ni al hipócrita que eleva la voz. Cuando lo de Marta, en lugar de asustarse, se echó más palante. Con dos huevos.Se marchó al otro extremo del planeta, probablemente por mucho tiempo. Y como si nada. Y se casó. Y como si nada. La vida no tiene secretos para un tipo que es todo cerebro y corazón, y que se lo merece todo. Allá va, dejen paso.

domingo, 23 de febrero de 2014

Hoop Dreams (y III)

El siguiente escenario tenía que ser mejor. El equipo iba bien, sus compañeros confiaban en él, se sentía importante, y sus sueños de llegar lejos dedicado a su pasión eran renovados con fuerza. La vida en la escuela era soportable, él daba todo en el equipo y el equipo le devolvía las fuerzas que necesitaba para seguir adelante con los estudios. Joe se alegró por un momento, y luego dejó pasar una idea que golpeteaba insistentemente su cabeza, y a la que en principio no quería dejar entrar. Había que pagar la escuela, al menos la mitad. Y había conocido suficiente a su familia como para saber que eso no iba a ser fácil. De hecho iba a ser muy dificil. Desde el principio lo supo. Pero todo se podría arreglar, se harían esfuerzos, se pediría ayuda, todo por intentar seguir con el sueño. Pero Joe lo había sabido desde el día que el hombre del chándal se acercó a ellos en la cancha. No podrían pagar durante mucho tiempo. ¿Qué pasaría cuando la mensualidad no se pagase? ¿Qué haría la escuela? Pensó en la crueldad del sistema americano, pensó en lo que había leído en las noticias sobre el hombre que no podía pagarse el médico y se murió sin que nadie hiciera nada. Pensó en lo que había visto con Will. Sabía que lo echarían. Sabía que al segundo, o tercer mes quizás, sin completar el pago de la matricula, la escuela echaría a Will por procedimiento. Ni siquiera las canastas más valiosas se pueden convertir en dinero.

Joe se sentía fatal cuando terminó de elucubrar. No encontraba salida para Will, todos los caminos conducían al fracaso, a la decepción, a los sueños rotos. Quería pensar que de alguna manera finalmente podría pagar, que de alguna forma completaba los cuatro años y terminaba la escuela mientras se convertía en un gran jugador. Quería creerse que cierto benefactor caido del cielo ayudaba a la madre de Will a sacar adelante su vida ocupándose de los recibos de la escuela. Quería que alguna universidad importante se fijara en el atlético chaval de dieciocho años del que todos en el mundillo del baloncesto escolar hablaban, y le ofrecieran una plaza con el único objetivo de incorporarlo a su equipo. Joe sabía que esta era la práctica habitual, que las universidades eran el vivero de los equipos profesionales, que los grandes jugadores se matriculaban en cualquier cosa con tal de archivar sus suspensos en una universidad cuyo equipo ganara campeonatos. Este era el camino, el auténtico camino por el que los sueños de Will transitarían hasta convertirse en realidad. Era un camino que muchos chavales jamás avistarían, pero que él había conseguido comenzar. Pero era un camino plagado de puertas, puertas cerradas, y Will era un hombre que había nacido sin llaves.

Joe aún tardo unos días en aceptarlo, pero finalmente se rindió. El hombre del chándal había arruinado la vida de Will.


domingo, 16 de febrero de 2014

Hoop Dreams (parte II)

Era un sueño realmente largo. Un día Will estaba hablando con algunos compañeros de clase, cuando alguien dijo algo que cambió por completo la forma en que  Joe captaba lo que estaba ocurriendo:
“Tenía firmada una beca para cuatro años, tío, le habían ofrecido pagarlo todo durante los cuatro años, y ahora de repente no le quieren“ –;  -“menuda mierda, colega, esa gente de las escuelas caras es peor que los banqueros, solo quieren ganar toda la pasta que puedan, y su juego somos nosotros“ – respondía otro .-  “ya te digo, además soltando el rollo de la mala perspectiva académica y tal, cuando todo el mundo sabe que ha sido por la puta rodilla“ -  dijo un tercero - “el año pasado cuando vinieron a verle les importaba un carajo sus notas, con tal de que hiciera algo y viniese a clase sabian que acabaría pasando de curso“ .
Poco tiempo después un tipo en chándal se acercó a Will un día que estaban jugando en la cancha del barrio. Le dijo que con su potencial podría jugar en un buen equipo, en una buena escuela. Que le darían una beca para que su familia no se preocupase por el dinero, que le pagarían la mitad de la matricula cada año, y podría jugar al baloncesto en un equipo de verdad. El paquete completo, el sueño cumplido. Joe se despertó de golpe.


Al día siguiente pensó en Will varias veces. Pensó que seguro que habría aceptado, pensó que su madre se alegraría de saber que iba a estudiar en una buena escuela, pensó en cómo iba a pagar la otra mitad de la matricula. Pensó que quizá Will se lesionara como le pasó a aquel otro chaval, que finalmente la escuela no querría a un mal estudiante que además no podía jugar bien al baloncesto. Se planteó si eso sería bueno para él, a la larga. Al día siguiente su sueño le perseguía. Su cabeza planteaba varios escenarios posibles, sabía que sería imposible saber qué había ocurrido con Will, pero Joe esperaba encontrar una salida en la que su propio razonamiento le asegurara que había podido acabar bien.
La primera opción era clara: tras su ingreso, Will no había sido capaz de acostumbrarse a una escuela de mayoría blanca de otra clase social, y lo había dejado antes de que pudieran plantearse problemas mayores. De vuelta a su vida normal, disfrutando del baloncesto callejero, habría retomado su sufrimiento en las aulas y su dominio de los patios. Sin embargo a Joe no le gustaba la idea de que Will dejara escapar una oportunidad de ese calibre así como así. Ni creía que fuera a hacerlo en realidad. Su pasión por el basket era demasiado fuerte, y sabía que no abandonaría tan fácilmente. Ese fracaso le acompañaría siempre, por no hablar de que sus días de suspensos y sus noches de barrio le conducirían con toda probabilidad a una vida problemática, si es que llegaba a cumplir los dieciocho. Descartó esa idea, no era un buen final.
La siguiente idea de Joe fue en dirección opuesta a la primera: Will soportaba la nueva vida, se hacía con las riendas de un mundo que no era el suyo, y mientras tanto disfrutaba jugando al baloncesto. De hecho era la estrella, por qué no. La minoría negra en esas escuelas dominaba en los deportes, eso estaba claro, y desde luego Will era muy bueno. Podía perfectamente haberse convertido en el líder del equipo, ese al que le confían el último balón, el que decide la victoria o la derrota, el que marca la diferencia entre una tarde de perritos y un mal rato que intentar olvidar con rapidez.  Pero los chicos jugaban duro, y no era raro que algunos se lesionasen, incluso de gravedad. Los médicos en esos casos siempre eran muy cautos, los chavales se podían pasar meses sin jugar bajo la prescripción de “evitar el mal mayor“. Perderse unos partidos no era nada comparado con arrastrar problemas durante mucho tiempo por causade una mala recuperación. Pero para Will su físico era su beca, su salvoconducto. Sin aportar sus puntos a su equipo, la escuela no sacaba de él nada mas que suspensos y problemas en los pasillos. No tardaría en verse invitado a marchar. Joe desechó en seguida la idea, una lesión sería el fin del sueño de Will, no quería verle sumido en una vuelta a casa en la que el fracaso se uniera a la incapacidad de jugar al baloncesto como antes. Sería aun peor.


domingo, 9 de febrero de 2014

Hoop Dreams (parte I)

La cosa acabó mal. Después de ir ganando con soltura a los mequetrefes del barrio de abajo durante todo el partido, una mala racha en el último cuarto sumada a un buen saco de suerte por parte de ellos acabaron con las ilusiones del equipo, las de Joe, y las del vendedor de perritos de la primera esquina, que sabía muy bien que los días de victoria los chavales comían el triple.
Joe jugaba al baloncesto desde hacía varios años, pero nunca se había sentido realmente un jugador. No tenía esa llama en su interior que había visto en otros, no sentía la necesidad de entrenar duro para mejorar, ni mucho menos pensaba en dedicarse al deporte a tiempo completo en el futuro. Simplemente se lo pasaba bien con los muchachos. Sin embargo ese día la derrota le dolió. Quizá fue la clásica enemistad que les unía con el barrio de abajo, quizá fue algo mas. Joe no se preocupó de pensarlo mucho; a veces uno caminaba con ciertos sentimientos que no podía explicar, pero desde luego no le impedian seguir caminando. Esa noche se fue a la cama con la sensación de que iba a soñar. Al menos, pensó, para eso servirían sus absurdas emociones, esas tan incoherentes consigo mismo. Y soñó.

Cuando abrió los ojos lo primero que le llamó la atención es que era negro. Por fin, pensó, mientras se miraba entre las piernas. Luego miró a su alrededor con algo de desilusión, pero con gran curiosidad por el mundo que le rodeaba. Desde luego no era un lugar donde los billetes hubieran llovido del cielo. Se diría que ni siquiera había chispeado. Pero el lugar emanaba sensaciones fuertes, sufrimiento, lucha, y mucho, mucho baloncesto. Joe entendió y de alguna forma se llevó una segunda desilusión. No habría gran historia si la cosa giraba en torno al deporte, ese era un tema que se asociaba con el entretenimiento, la diversión, pero él ya le había cogido el gusto a las cosas con profundidad. Se acordó de Cousteau. De todos modos puso atención a lo que le ocurría.
Con ese punto de vista único que le daban sus sueños, Joe conoció a Will, y conoció sus fantásticas habilidades baloncestisticas. También conoció a su madre, amorosa e ignorante, que esperaba que hubiera algún futuro para su hijo pequeño. Conoció a su tío, trabajador a ratos, entrenador personal a tiempo completo, jugador frustrado en el corazón. De alguna forma, estaba intentando conseguir a través de Will lo que la vida y el sistema universitario le había negado a él unos años antes: triunfar en el baloncesto, llegar lejos, ganar tanto dinero como para poder comprar una casa a mamá. Conoció también a su entrenador, que le consideraba el mejor en su equipo pero se olvidaba de que también era una persona. Como el resto del sistema deportivo escolar, sabía que había mucho dinero y muchos intereses a la sombra de los chavales, y vivía para ello. Conoció a sus profesores, que luchaban por hacerle aprender algo mientras le explicaban una y otra vez que sin buenas notas no podría seguir jugando al baloncesto cuando creciera. Joe se sintió mal por el pobre Will, él solo quería jugar al baloncesto y parecía que todo dependía de que aprobase sus exámenes. Pensó que él jugaría lo mismo en su equipo si suspendía alguna asignatura, como si sacaba un puñado de sobresalientes. Pero Will no era capaz de aprobar sus exámenes, le faltaba interés, concentración, quizá su cabeza ya estaba demasiado llena por la ilusión de que el baloncesto le sacaría de una vida triste, que con el baloncesto haría feliz a su familia, que con el baloncesto él sería feliz.


domingo, 3 de junio de 2012

Dinero

En el futuro, cuando todo hombre y toda mujer sean perfectos, cuando se hayan extinguido las feas y los calvos, y todo el mundo tenga una cara y un cuerpo ideales tal y como debe ser, tal como la tele dice,... entonces, ¿pagarán los más ricos por complicadas y costosas operaciones para afearse, quitarse tetas o pelo? Y lo que es más, ¿sentirán envidia de ellos los ciudadanos de a pie, tan poco originales en su perfección?

¿Se pagarán millonadas por viejos libros impresos en papel? ¿Y por un gramo de Níquel? ¿Y por un salmón fresco?

Solo cuando hayas pescado el último pez, sólo cuando sea talado el último árbol, sólo cuando se contamine el último río, te darás cuenta de que el dinero no se puede comer.

Un número de Dinero, del gran Miguel Brieva (Clismón)

domingo, 20 de mayo de 2012

El sentido de la vida

Mirar caer la lluvia tiene una consecuencia parecida a la del mar cuando lo observas. Te pone a pensar. Si pensara, por poner un ejemplo, en el sentido de la vida, se me vendrían a la cabeza dos cosas. Una la tronchante y peculiar película de Monthy Pyton, y la otra, un misterio insondable.

El sentido de la vida...Cabría ponerse a pensar mirando la lluvia que la vida no tiene ningún sentido, que los seres que tienen vida repiten un ciclo una y otra vez desde el principio de los tiempos: nacen, crecen, normalmente se reproducen, e inevitablemente mueren. Y los seres humanos son unos seres vivos con el mismo origen que los demás. ¿Tiene sentido la vida de un gorrión?¿Tiene un sentido la vida de una margarita en el campo?¿Tiene sentido la vida de un humano en una ciudad? ¿O únicamente son seres que la química y la física hacen aparecer, crecer y luego desaparecer, sin más? ¿El hecho de que el hombre haya llegado a un nivel de inteligencia infinitamente superior al de los demás seres hace de por sí que aquel tenga una naturaleza diferente a la de éstos?

Las respuestas pueden perfectamente ser que no. Que la vida no tiene ningún sentido específico o especial, más allá de alargarse lo que pueda. El humano queda huérfano de explicación, puesto que el humano no puede aceptar su existencia solo por que sí, y en ese momento la cuestión se resume a la capacidad de cada individuo de crear un sentido para su vida, de decidir qué es lo que va a explicar su presencia en el planeta.

Llegado este punto, la mayor parte opta por una solución rápida y competitiva: un ser superior, extracorpóreo e invisible, se ha encargado de poner todo donde está. De ahí nuestra presencia. Según la parte del mundo en que el individuo haya nacido, le dará distinto nombre, una forma de representación diferente, o incluso lo convertirá en varios seres superiores organizados, pero la solución es la misma. (Se podría apuntar aquí que ésta solución era la misma que pensaron los primeros humanos ya miles de años atrás).

Muchos otros se quedan con lo básico, el luchar por sobrevivir y perpetuar la especie es de por sí el sentido de nuestra existencia, y no hay que por qué darle más vueltas. Me parece justo, una solución simple y de poco quebradero de cabeza. Por otro lado, una vida extraterrestre más evolucionada que nos vigila puede ser otra solución, algo más complicada, pero que convenza a unos cuantos.

Para mí el misterio sigue ahí, y no se por qué, pero no me vale utilizar una de esas explicaciones simples que han venido dando paz a tantas generaciones anteriores. Supongo que de momento vale, como dijo Descartes, con estar buscando la solución...¿o no?


El sentido de la vida puede ser comer, como piensa el señor Creosota en la peli de Monty Phyton



domingo, 6 de mayo de 2012

Un equipo único

El club de baloncesto Estudiantes es uno de los fundadores de la liga española de baloncesto, un clásico que nunca ha dejado de estar en la élite, un equipo con sede en un colegio, un club sin recursos económicos que ha sobrevivido muchas veces gracias a los chavales de su cantera, del patio del colegio.


Hoy el Estudiantes ha bajado a segunda categoría por primera vez en su ya larga historia. Y sus aficionados, encabezados por la inimitable Demencia, lo han despedido de la cancha entre aplausos y gritos de "¡Estu-diantes!", "Somos un equipo de patio de colegio", y un lema que pocos podrían hacer suyo sin que dejase de ser cierto: "el Estudiantes somos nosotros".


Eso es, esa es la razón por la que el Estudiantes podrá jugar en segunda, o en tercera, y sin embargo será siempre un clásico, un equipo de la élite, un equipo al que se puede querer. La filosofía de jugar, perder, o ganar, desde el placer puro y simple de la diversión a través del baloncesto. Somos el primer equipo de Madrid.


Parte de la Demencia en las gradas de Vistalegre

domingo, 29 de abril de 2012

una noticia del año pasado

La crisis humana en el Cuerno de África dejó a finales de 2011 un millón y medio de personas desplazadas en el interior de Somalia, y un millón mas de refugiados en los países colindantes Kenia, Etiopía, Yemen y Eritrea.


Sería de esperar que tal cantidad de personas en peligro de muerte atrajeran la atención del mundo, teniendo en cuenta además que las penurias actuales son resultado de más de 20 años de guerra civil alentada por los habituales tejemanejes estadounidenses, que aprovechando que lideraba la misión de paz de la ONU enviada a Somalia en los primeros noventa, se había asignado derechos de explotación petrolera sobre dos tercios del país.
La guerra, combinada con la sequía extrema y la subida desorbitada del precio de los alimentos, ha dejado cientos de miles de muertos y refugiados. Y por supuesto la catástrofe humanitaria no ha remitido. 


Pero sin embargo, en el cuarto mes del 2012, es muy difícil localizar a través de una búsqueda en Google una noticia acerca de una de las más devastadoras crisis de la historia humana contemporánea. ¿Cómo puede esto ser posible?


Pues por terriblemente triste que sea, esto es así simple y llanamente porque esta fue una noticia del año pasado. Como la captura de Bin Laden, como el terremoto de Japón, la primavera árabe o el movimiento popular de mayo en Madrid. 




http://www.acnur.es/quienes-somos/como-ayudar

domingo, 22 de abril de 2012

como el comer

Como solo lo que puedo comer.
Un año ha sido de espera
y varios meses de remate,
mientras aguanto tengo
hamburguesa de acicate.
Ya falta menos amigos.



domingo, 11 de marzo de 2012

buscando un momento


Llegué a la piscina a eso de las once de la noche. Baig tenía turno nocturno aquel fin de semana. Los jodidos ricos y sus piscinas, alguien tenía que quedarse vigilando por las noches, no podían dejar que los chavales de las barriadas cercanas se dieran un baño gratis. A Baig le tocaba vigilar a los gamberros que se querían colar. Y nosotros le hacíamos compañía, al menos unas horas, antes de dejarle sólo, cuando él luchaba por no quedarse dormido mientras escuchaba los ruidos de la noche.


Aquel día alguien había traído material. Tomamos algunas cervezas, nos reímos, nos bañamos. Encontramos artilugios extraños en el cuarto de la enfermera, y en el cuarto de los trastos. Había realmente de todo en el cuarto de los trastos. Nos reíamos mucho y teníamos todo para nosotros, eran buenos ratos. El hermano de Baig hacía también turnos de noche pero ese día libraba, así que se ofreció a llevarse a los chicos a casa. Al día siguiente tenía que levantarme pronto y coger la carretera, había hablado con viejos compañeros de ir juntos a algún sitio. Siempre estábamos hablando de ir a sitios, pero aquella vez iba en serio. Decidí que también debía irme a casa y dormir un rato.




Me despedí de los chicos y me volví hacia la vieja Suzuki de mi padre. Quería a esa moto, joder. Arranqué el motor, y me centré un poco antes de ponerme en marcha. Aquella cálida noche de agosto no podía ser mejor para un paseo por las calles desiertas. El viento chocaba en mis brazos desnudos mientras sentía la velocidad y la emoción de las curvas. Ir en moto era lo mejor que había en el mundo. Disfruté ese momento.

De repente no había carretera delante de mí. El golpe fue seco, y la moto se quedó donde estaba. Mi cuerpo voló unos metros y luego rodó otros pocos, antes de detenerse junto a la acera. Primero moví un dedo, luego todos los demás. Ninguno me dolía, y tampoco las piernas. Pensé en los segundos en que había estado en el aire. Recordaba haber tenido tiempo de pensar "¡mierda, la he cagado!", antes de dejar de dar vueltas.

No había nadie cerca. Me levanté y me quité el casco. Sabía que el primer golpe contra el suelo había sido con la cabeza. Me miré las heridas, había quemaduras muy feas pero nada grave. Dejé la moto apoyada en una farola y comencé a caminar hacia casa.

La música me ayudó a tranquilizarme. Siempre llevaba encima buenas canciones. Billie Joe comenzó a cantar Boulevard of Broken Dreams. Me identifiqué muy rápidamente con lo que decía. "I walk this empty street , on the Boulevard of Broken Dreams. When the city sleeps and I'm the only one, and I walk alone". Joder, aquella calle desierta y el cabrón de Billie cantando eso...me sentí triste y sólo esa noche. Se me clavó en la mente ese momento.



domingo, 4 de marzo de 2012

el día histórico que casi nadie vio

Existen historias de ayer que hoy son ya leyendas. Hechos que una vez ocurrieron pero que ahora son mitos, leyendas de la antigüedad. Y no es el paso del tiempo el único en combatir los recuerdos de la humanidad y convertirlos en meros cuentos fantásticos.
Es también lo irreal que hay en las grandes hazañas del pasado lo que las hace desplazarse muy poco a poco, y de manera casi inapreciable, desde los libros de historia hasta el imaginario popular. Es fácil dejarse llevar por las voluptuosas hadas de la imaginación, pero hay que saber distinguir los cuentos de la realidad, por muy pretérita e inconcebible que ésta sea.


En este sentido, hay varias historias que pueden ejemplificar este paso de la realidad al mito. Todas ocurrieron hace mucho tiempo.Pero hay una historia en particular que ocurrió en la segunda mitad del siglo XX, y sin embargo desprende el mismo aroma inconfundible a leyenda, a cuento.


En marzo de 1962, en Hersey, Pensilvania, un jugador de baloncesto llamado Wilt Chamberlain anotó 100 puntos en un solo partido de liga sin prórrogas. El atormentado rival eran los Knicks de Nueva York, pero aún asi no habia prensa neoyorkina en el campo aquel día. Apenas algún reportero y fotógrafos locales tomaron pruebas de la celebración de aquel partido.
La liga nacional de baloncesto era entonces un evento semi-desconocido en los Estados Unidos, y desde luego no del todo "nacional", puesto que los equipos participantes se concentraban cerca de la costa este. La NBA no era considerada una de las Grandes Ligas, y fue en estas circunstancias que aquel partido no fue televisado, y solo una emisora de radio local de Philadelphia retransmitió el encuentro.


Unos 4.120 espectadores, unos cuantos trabajadores del los Philadelphia Warriors, dos fotógrafos, y un speaker que ya es histórico, fueron los únicos testigos de un partido de baloncesto que quedó guardado de forma muy brumosa e inexacta en los libros de recuerdos. Chamberlain, The Big Dipper, anotó 100 puntos, un récord inimaginable entonces, y ahora, y una proeza digna de los mejores cuentos de hadas. Cuando llegó a los 98 puntos, a falta de poco más de un minuto para el final del partido, todo el mundo gritaba ya que se la dieran, que metiera los dos puntos que faltaban. Los rivales habían estado intentando hacer faltas a sus compañeros para evitar que él anotase más. Pero al final también se habían rendido. No hubo faltas mientras los Warriors se la daban a Wilt una vez, fuera, otra vez, fuera, una tercera vez, dentro. La gente saltó al campo buscando al héroe, el partido se detuvo durante unos 9 minutos antes de poderse jugar los cuarenta y tantos segundos que aún quedaban por jugarse.


Con el tiempo, los datos han ido aflorando, y sesudos investigadores han podido reconstruir lo que ocurrió aquella noche. Pero aún así no hay imágenes. No hay ni un segundo de vídeo, y apenas dos o tres fotografías de Wilt aquella noche. Fotografías que son piezas de museo y que, aunque sean vistas mil veces, siguen representando el débil lazo que une aquel día mágico con el mundo real.


Lo fascinante del caso es que solo unas 4.200 personas pudieron vivir aquello en directo, y sin embargo se cuentan por millares los que afirman o afirmaron haber estado allí. Haber vivido el día histórico en que un deportista creció desde los dos metros quince hasta la talla de un gigante.


2 de Marzo de 1962. 
Chamberlain abandona la cancha en la que anotó 100 puntos



domingo, 12 de febrero de 2012

three blind mice

Un ratón, ...y otros dos..., mira como corren, mira como corren...


Ya la traducción de la letra de esta canción infantil que da nombre a la obra de Agatha  Christie me resulta incómoda, como si fuera demasiado forzada.
La misma impresión me ha quedado con el resto de la obra "La Ratonera", que se exhibe en el Muñoz Seca. Varios de los actores tienen interpretaciones muy forzadas, alguna hasta sobreactuada, yo diría incluso que alguno de ellos está muy regular, tirando a mal. 
Pero aún así, lo que menos me ha gustado ha sido la manera en que se resuelve la obra, es decir el misterio, que es lo que mueve todo el desarrollo de la historia. Supongo que la culpa se la tengo que adjudicar al director. 
En todo caso, mi humilde crítica no puede ser otra cosa que negativa, aún lamentándolo mucho por el cariño generalizado que les tengo a teatros y teatreros...
La oferta en Madrid es amplia y de calidad, así que paso página y espero que la próxima me deje algo mas calentito. Y no hablo del grado negativo que hacía de temperatura al salir, aunque eso tampoco ayuda. 
Nos vemos el el teatro.

domingo, 29 de enero de 2012

de toda la vida

Al tipo lo llaman Humo, algunos le siguen llamando Rubén, y le recuerdo como mi amigo más antiguo. Tan antiguo como que llevamos siendo amigos desde que tengo memoria, sin exageración. Eso puede hacer un total de...¿veintitrés años? La verdad es que no sé cuándo empieza mi memoria, es demasiado difusa. 


Fuimos compañeros de clase desde preescolar hasta terminar la EGB. Compañeros de futbolines desde entonces hasta terminar COU. Toda la vida siendo vecinos, él en el quinto y yo en el tercero. Y por si fuera poco mi madre fue mucho tiempo compañera de trabajo de su padre. Innumerables tardes después del colegio las pasamos juntos en mi casa. O en la suya.

Con este tipo me mandaban al cole mis padres en autobús cuando éramos dos mocosos de sólo 12 años; estuvimos años y años yendo y viniendo en la mítica línea del 109 y luego en el metro, a veces con más gente, luego con más colegas del barrio, después de haber perdido horas y horas en los Sevilla, pero casi siempre los dos juntos.
Incluso, cuando estábamos en quinto, ¡fue mi profesor de caligrafía!; el profesor de verdad tuvo la brillante idea de que los que mejor escribían de la clase enseñaran a los torpes con manitas de cerdo a los que no entendía la letra...Otros recuerdos me llevan a partidos de chapas que siempre me ganaba, a cumpleaños en el jardín de detrás de nuestra casa, a su antiquísimo 386 con el que hicimos juntos el que fue el primer trabajo del colegio que hice por ordenador, al sótano de la casa de Víctor Roncero dónde éste nos enseñó el primer porno que vi en mi vida...

Infinitas cosas hemos pasado creciendo juntos...pero también recuerdo, ya más mayorcitos, nuestras primeras juergas por Coslada y por Alonso, nuestros primeros viajes, la locura de Gandía, y todo lo demás...La vida universitaria que nos llevaba por caminos más separados, pero que siempre convergían lo suficiente. Y seguir quedando en el portal de casa para bajar al metro, fuéramos a dónde fuéramos.

Ahora ya ha cumplido 29 tacos y cada vez somos más mayores, pero ahí seguimos, avanzando sin perdernos de vista. Te deseo un feliz cumpleaños, compañero, y que los sigamos celebrando juntos por mucho tiempo.

domingo, 15 de enero de 2012

el parón navideño

Me parece a ratos que eso de pensar descansa a menudo en esta rara época que es la Navidad. Y eso que la Navidad da para pensar, y mucho.

Una vez al año apartamos la cortina de la realidad y creemos ver luz y brillantes. Pero, si nos fijamos más detenidamente, podremos observar que lo que parecían perlas preciosas no son más que viejas conchas de tellinas.


Je suis dada. Madrid, Diciembre 2010

domingo, 25 de diciembre de 2011

una mujer gigante

Ella nació en el año 30, en Madrid. No era aquella una época especialmente buena para el país, pero quizá se recordaba como un paraíso al volver la vista atrás solo diez años después.


Su vida sólo puede ser contada por ella. Pero esta podría ser una sinopsis.


Nacer humilde, crecer humilde, vivir una guerra, vivir otra guerra, vivir una posguerra, vivir una dictadura inacabable. Sobrevivir a la pobreza, sobrevivir a la enfermedad, la desdicha y la depresión. 
Ser una mujer capaz de soportar la carga de una casa y a un marido no siempre modélico; ser una madre capaz de criar tres buenas personas, tan necesitado como está el mundo de ellas; ser una matriarca adorada por su creciente familia desde el principio y sin ambages.
Envejecer como una dama, ser capaz de adaptarse a los tiempos, romper los nudos que solían agarrotar a las mujeres, ejecutar las amorosas tareas de abuela de forma espléndida, y unirse sin miedo a la era digital a los 76 años.


A veces al pensar encuentro cosas buenas en mi cabeza. Admiración y respeto, además por supuesto de amor incondicional. Gracias Leli.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Decálogo para ir tirando en un mundo tan difícil

1. Carpe Diem. El pasado y el futuro no existen.
2. Recordar siempre que mis derechos terminan donde empiezan los de los demás.
3. Mi país son mis amigos. Un lugar no es más que un lugar, hasta que tu gente lo convierte en tu hogar.
4. Tener a la familia siempre presente, no olvidar que no tengo hermanos. Valorar a mis abuelos y a mis padres, y enseñar a mis hijos a valorarlos.
5. Vivir con la naturaleza. Cuidarla, respetarla y hacerla respetar; gastar sólo lo necesario, reutilizar todo lo posible, reciclar. Consumir con justicia y con responsabilidad.
6. Luchar contra las malas personas, y contra la causa de la mayoría de los problemas del mundo: el egoísmo. Defender siempre la Paz.
7. Intentar equilibrar de alguna manera mi inevitable participación en este mundo capitalista y egoísta, con mis ideales y mis convicciones. Ser realista y asumir mi parte de hipocresía. Pero no aceptar a los hipócritas que niegan serlo.
8. Realizar el trabajo que me toque todo lo bien que pueda, y respetar a compañeros y rivales. Ganarme la vida honradamente.
9. Inspirarme en los que antes que yo pensaron cómo hacer de este mundo algo mejor, y en los que, como mi padre, pasaron su vida intentándolo. Leer y aprender todos los días de mi vida.
10. Disfrutar de las cosas que de verdad valen la pena, día a día, y de las personas con las que lo comparto. Las charlas, la música, el cine, el teatro, el baile, la comida, los viajes, los libros, el amor.


Dedicado a, e inspirado por, la mejor persona que he conocido en mi vida: mi padre.

domingo, 4 de diciembre de 2011

la cumbre del clima, en el hoyo del dinero

En Qatar (Catar) ,se emiten 50 toneladas de CO2 por habitante, frente a las 20 que se emiten en EEUU o las 10 toneladas que se emiten en Europa por cada persona.
Qatar es el país del mundo que aporta más contaminación per cápita.
Qatar será la sede de la Cumbre del Clima organizada por la ONU en el año 2012.


En Qatar, las mujeres sufren discriminación y violencia, según el informe de 2011 de Amnistía Internacional.
El FC Barcelona, poderoso e influyente club a nivel mundial, publicita Qatar en sus camisetas.
La Federación Internacional de Fútbol ha otorgado a Qatar la organización del mundial del 2022, uno de los más importantes y lucrativos eventos del calendario deportivo.


Los derechos y la naturaleza, sometidos por el dinero. Pero la culpa no es del dinero, ni del que tiene mucho dinero. La culpa es de los hipócritas que proclaman su preocupación por los problemas del mundo, mientras aceptan las jugosas petro-ofertas que llegan del Golfo Pérsico. 
Una vez más, pensar me lleva a una profunda sensación de asco. Asco y asco.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Sampedro

José Luis Sampedro nació en 1917. Hoy es noticia. Y no, no ha muerto. Por suerte para la noosfera y para todos nosotros, este genio perenne sigue vivo. Y es noticia porque, a sus 94 años, ha recibido el Premio Nacional de las Letras en homenaje a su obra, y también a su pensamiento lúcido y comprometido. Ese que ha demostrado recientemente prologando una de las obras clave del pensamiento europeo del nuevo siglo, ese ¡Indignaos! de Hessel, que cuenta también 94 inviernos en sus bolsillos.


En él dice Sampedro:  "¡INDIGNAOS! Luchad, para salvar los logros democráticos basados en valores éticos, de justicia y libertad prometidos tras la dolorosa lección de la segunda guerra mundial. (...) Y yo añado: ¿quién es la gente pudiente? Los que se han apoderado de lo que es de todos. Y como es de todos, es nuestro derecho y nuestro deber recuperarlo al servicio de nuestra libertad." 


Me parece impensable no seguir las indicaciones que nos están dando estos intelectuales que han vivido el siglo y sus profundos cambios, y como en el caso de Hessel, han ayudado a construir un mundo socialmente más justo. Yo les escucho. Y por eso me indigno.

viernes, 11 de noviembre de 2011

de Gavrilo al 11 de noviembre

Allá por 1914, el Imperio Austro-húngaro estaba realmente peleado con Serbia. Serbia había nacido, como otros países recientes, de la desintegración progresiva del Imperio Otomano, imperio cuyos restos aún seguían dando el coñazo en Europa. Todos los imperios, también el llamado Imperio Ruso, querían expandirse a costa de los demás, cosa que era lógicamente imposible simultáneamente…Los rusos estaban unidos por cuestiones religiosas con los balcánicos de Serbia, y por tanto enfrentados con otomanos y húngaros (cosas de la religión, ya se sabe).

Para rematar el pastel, Alemania, con su káiser Guillermo a la cabeza, tenia una fuerte alianza con los austrohúngaros, y había robado años antes Alsacia y Lorena a Francia, cuando la guerra franco-prusiana. Los franceses, como buenos franceses, no podían soportar tal afrenta, y estaban deseando ajustarle las cuentas a los alemanes. Por otra parte, Francia había hecho una alianza estratégica con el Imperio Británico cuando vieron lo rápido que ascendía el poder alemán en Europa. Y aunque solo fuera por tener común enemigo, el Imperio Ruso se alió con franceses y británicos…

En estas estaban todos, cuando al amigo Gavrilo, un activista nacionalista, se le ocurre asesinar al heredero al trono austro-húngaro, de visita en Sarajevo. Gavrilo era serbio, así que los húngaros se lanzaron rápidamente al cuello de Serbia. Alemania fue requerida para ayudar, como buena aliada. Los rusos se lanzaron a proteger a sus hermanos serbios, declarando la guerra a húngaros. Alemania declaró la guerra a los rusos. Francia pensó algo así como – ¡esta es la mía!- y apoyó a Rusia contra los alemanes. Alemania declaró la guerra a Francia. Alemania invadió Bélgica, que era terreno neutral, provocando la declaración de guerra de Inglaterra (muy caballeros ellos) contra Alemania. El lío estaba montado.

En 1915 a los alemanes no se les ocurre otra cosa que hundir un barco con unos cientos de norteamericanos a bordo, provocando que los USA entren a saco en la guerra un par de años después. También en 1917, por otro lado, los bolcheviques deciden mandar al carajo a los beligerantes zares rusos, y firman la paz por su cuenta. Alemania triunfa por un lado, pero la lía por el otro…conquista media Europa, pero cuando está a 100 kilómetros de proclamarse vencedor llegando a París, los franceses y los motivados americanos les curten el lomo, haciendo retroceder a los alemanes, y provocando la rendición de búlgaros, austrohúngaros y otomanos, que debían estar hasta las narices de la guerra.

A finales de 1918, con sus aliados ya rendidos y sus tropas machacadas, los alemanes tienen que parar. El káiser Guillermo sale por patas, los generales optan por la rendición inmediata, y por fin se firma un armisticio. El 11 de noviembre de 1918, en Rethondes, franceses y alemanes firman el armisticio que pone fin a la guerra.

Igual no es una fecha muy conocida, pero aquí en Bélgica es día festivo nacional. Conmemoramos el histórico día en que la Gran Guerra fue finiquitada. Y los estudiantes como yo tenemos tiempo de sobra para perderlo con cosas como esta.
¡Feliz día del Armisticio!


Gobernantes de Francia, Inglaterra y Alemania firman en un vagón de tren el armisticio de Rethondes
11 de noviembre de 1918



pd: este texto lo escribí el once de noviembre de 2008, es decir tres años atrás. Ya que falté con mi cita el último domingo, valga este extra nostalgia como compensación.