domingo, 4 de marzo de 2012

el día histórico que casi nadie vio

Existen historias de ayer que hoy son ya leyendas. Hechos que una vez ocurrieron pero que ahora son mitos, leyendas de la antigüedad. Y no es el paso del tiempo el único en combatir los recuerdos de la humanidad y convertirlos en meros cuentos fantásticos.
Es también lo irreal que hay en las grandes hazañas del pasado lo que las hace desplazarse muy poco a poco, y de manera casi inapreciable, desde los libros de historia hasta el imaginario popular. Es fácil dejarse llevar por las voluptuosas hadas de la imaginación, pero hay que saber distinguir los cuentos de la realidad, por muy pretérita e inconcebible que ésta sea.


En este sentido, hay varias historias que pueden ejemplificar este paso de la realidad al mito. Todas ocurrieron hace mucho tiempo.Pero hay una historia en particular que ocurrió en la segunda mitad del siglo XX, y sin embargo desprende el mismo aroma inconfundible a leyenda, a cuento.


En marzo de 1962, en Hersey, Pensilvania, un jugador de baloncesto llamado Wilt Chamberlain anotó 100 puntos en un solo partido de liga sin prórrogas. El atormentado rival eran los Knicks de Nueva York, pero aún asi no habia prensa neoyorkina en el campo aquel día. Apenas algún reportero y fotógrafos locales tomaron pruebas de la celebración de aquel partido.
La liga nacional de baloncesto era entonces un evento semi-desconocido en los Estados Unidos, y desde luego no del todo "nacional", puesto que los equipos participantes se concentraban cerca de la costa este. La NBA no era considerada una de las Grandes Ligas, y fue en estas circunstancias que aquel partido no fue televisado, y solo una emisora de radio local de Philadelphia retransmitió el encuentro.


Unos 4.120 espectadores, unos cuantos trabajadores del los Philadelphia Warriors, dos fotógrafos, y un speaker que ya es histórico, fueron los únicos testigos de un partido de baloncesto que quedó guardado de forma muy brumosa e inexacta en los libros de recuerdos. Chamberlain, The Big Dipper, anotó 100 puntos, un récord inimaginable entonces, y ahora, y una proeza digna de los mejores cuentos de hadas. Cuando llegó a los 98 puntos, a falta de poco más de un minuto para el final del partido, todo el mundo gritaba ya que se la dieran, que metiera los dos puntos que faltaban. Los rivales habían estado intentando hacer faltas a sus compañeros para evitar que él anotase más. Pero al final también se habían rendido. No hubo faltas mientras los Warriors se la daban a Wilt una vez, fuera, otra vez, fuera, una tercera vez, dentro. La gente saltó al campo buscando al héroe, el partido se detuvo durante unos 9 minutos antes de poderse jugar los cuarenta y tantos segundos que aún quedaban por jugarse.


Con el tiempo, los datos han ido aflorando, y sesudos investigadores han podido reconstruir lo que ocurrió aquella noche. Pero aún así no hay imágenes. No hay ni un segundo de vídeo, y apenas dos o tres fotografías de Wilt aquella noche. Fotografías que son piezas de museo y que, aunque sean vistas mil veces, siguen representando el débil lazo que une aquel día mágico con el mundo real.


Lo fascinante del caso es que solo unas 4.200 personas pudieron vivir aquello en directo, y sin embargo se cuentan por millares los que afirman o afirmaron haber estado allí. Haber vivido el día histórico en que un deportista creció desde los dos metros quince hasta la talla de un gigante.


2 de Marzo de 1962. 
Chamberlain abandona la cancha en la que anotó 100 puntos



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