París
es Voltaire, Napoleón, Rousseau, Luis Catorce. París es todo
grandeza, es enorme e inabarcable. Jim Morrison, El Fantasma de la
Opera, DeGaulle y Renoir. Berlín es historia reciente, vieja
modernidad y calmada emoción. Un muro y mil mitades, una pared y mil
huidas poéticas. Flandes es toda belleza, tranquilidad y también
odio fraternal. Bélgica son pueblos, campos, batallas y héroes.
Brujas solo existe en las películas, Gante se creó para ser
admirada. Bruselas es Europa, y además vida, alegría y placer.
Bruselas rezuma música y arte por los cinco lados de su centro.
Museos callejeros, locura transitoria, Magritte, Horta, Schuman,
Jazz. Londres es luz y multitud, ciudad cargada. Dublín es el sueño
del clochard español, o la puerta del Temple Bar. Roma es el legado
y la memoria de los antiguos. Praga es la cabeza de otro nuevo mundo,
del nuevo siglo. Viena es un anacronismo de gloriosas épocas, ciudad
monarca que no se deja contemplar a mundano pie. Luxemburgo es el
paraíso del aseado y del pudoroso. Ámsterdam es hermosa y única,
la mas próspera de las ciudades dejadas de la mano de Dios. Venecia
es un sueño de amor que despierta con hedor. Florencia es puro arte,
cultura, y la herencia de los genios.
Pero,
como si nada de lo que el mundo ofrece fuera suficiente, yo, como
Sabina, me quedo en Madrid.
Mi bici y yo, París, 2009 |
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