domingo, 18 de septiembre de 2011

Ba-lon-ces-to

Esta tarde la selección de baloncesto de España ha vuelto a ganar el título de campeón de Europa, después de ganar la cuarta final consecutiva de este campeonato que disputa. También el mejor jugador del torneo ha sido, por segunda vez consecutiva, español. Otras dos medallas a nivel mundial, algo nunca visto por estos lares salvo por aquella maravilla que el equipo de Epi e Iturriaga pergeñó en el 84, completan los logros de los últimos cinco años.
Con esto quedaría justificada la necesidad de que el baloncesto español tenga un lugar prominente en los noticieros, en los periódicos y en el batiburrillo informativo del Internet de hoy en día. Y sin embargo no es esto lo que más importancia tiene a mi parecer. Es la intensidad que desprende el juego y la variabilidad de situaciones, y con ellas de finales, que tiene cada partido. Y sobre todo la gente, los jugadores, gente bien maja  a la que no se le conoce un renuncio, una jugarreta, o malas artes contra nada o nadie. Ni polémicas, ni peleas ni insultos. Ni agentes ni intermediarios que aporten cizaña, ni siquiera un escándalo fuera del dominio del deporte. Esos son los que representan a España, los que juegan por el mundo bajo el nombre de españoles.
Yo espero que seamos conscientes de lo que todo esto significa, y le demos la importancia que se merece.

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